Descripción

La primera reacción que experimentamos al recibir un libro sobre terapia cognitiva con niños y adolescentes es una gran expectativa. Es tan escaso el material disponible en este tema que es mucho lo que le pedimos al texto. Nos ponemos exigentes. Por fortuna, los autores de esta obra responden a esa exigencia ampliamente, no sólo por el contenido que presentan y el abanico de situaciones clínicas que abordan sino, muy especialmente, por la cuota de creatividad poco usual con que generosamente han construido el libro.
¿Qué le pedimos a un texto con ese título? Que nos provea de mapas que sirvan de orientación para la tarea cotidiana, que nos entregue pistas para la elección de los procedimientos adecuados para cada caso. Los desarrollos en psicoterapia siguen todavía enfocados en la población adulta y, por lo tanto, el terapeuta que trabaja con niños y adolescentes está ávido por encontrar nuevos recursos. Sabe, porque es un lugar común, que no es razonable esperar instructivos fáciles ni indicaciones para llevar a cabo pases mágicos con sus pacientes pero, sinceramente, espera algunas recetas. Los autores nos ofrecen una colección variada y colorida de principios, fórmulas y prescripciones de enorme utilidad para muchas de las condiciones clínicas más frecuentes en la práctica de todos los días. 

Pero el texto no comienza allí, en las indicaciones. Se inicia con una presentación conceptual y al avanzar, uno podrá constatar que ese comienzo no es una mera reiteración del pasaje entre la teoría y la práctica, sino una puesta a punto de las nociones básicas que se necesitan para que la práctica (donde está el valor agregado de la obra) tenga el marco adecuado. Precisamente por eso, esa introducción es sintética, actualizada, panorámica. Es una ventana a través de la cual podemos ver con claridad que las intenciones del libro no apuntan sólo a los terapeutas sino que está destinado también a los consultantes, tanto en el aspecto psicoeducativo amplio como en proveerles medios que sirvan para buscar las soluciones.

En consonancia con la tendencia que domina en esta área, los padres y familiares son citados a la escena terapéutica para compartir una tarea que les compete a todos los involucrados. Sin embargo, no por eso los niños y adolescentes dejan de estar en el centro de las intervenciones. Allí se encuentra una de las mejores virtudes de la obra, un logrado equilibrio entre los numerosos procedimientos que se exponen para ayudar a quienes padecen miedos y ansiedades, enfrentan dificultades con sus estados de ánimo o se ven envueltos en persistentes problemas de conducta sin dejar de lado el ámbito sistémico natural en que se desenvuelven esas perturbaciones.

En el cuerpo central de la obra se pone a disposición de los lectores una extensa gama de herramientas que son de gran utilidad en el curso de la terapia, tanto para que los terapeutas puedan orientar sus aplicaciones como para que los consultantes dispongan de métodos concretos en la búsqueda de las soluciones. Hay tres notas sobresalientes en esa presentación. En primer lugar, los ejercicios están pensados para operar con un espíritu de colaboración antes que de instrucción, lo que seguramente ayudará a cimentar la relación terapéutica. En segundo lugar, constituyen un menú rico y delicado, elaborado con abundante imaginación (con permiso de la academia lo encuentro sabroso). Además, y en lo que creo que es un mérito especial de esta obra, a medida que uno progresa en la lectura, percibe que las herramientas que se exponen y las sugerencias para su empleo, emergen a partir de la experiencia clínica de los autores. Esto le confiere una peculiar validez y obliga a sentir un merecido reconocimiento hacia Bunge, Gomar y Mandil por haber tenido la disposición de compartir sus instrumentos con la comunidad profesional.

El final del libro actualiza el cierre de la terapia. Breve pero no por eso poco importante, contiene las adecuadas recomendaciones que todo terapeuta cognitivo debe seguir cuando se aproxima la conclusión de un tratamiento. En ese interés por el seguimiento se afirma una vocación preventiva que ha estado presente a lo largo de toda la obra. Los textos y dibujos de algunos chicos están allí para despedirnos en ese momento, el “más lindo y divertido”. Y cerramos el libro con una sonrisa.

 


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